RODOLFO es un gato de la calle. Tras muchos años conviviendo en ese barrio de Málaga, le conocíamos muy bien. Pero un día lo encontramos muy decaído, no parecía el mismo. Apenas se movía, no era el RODOLFO de siempre, ese que salía a acompañarme al súper con la cola en alto, ese que hacía ochos en mis piernas para saludarme contento.
Sin pensármelo dos veces, lo cogí y lo llevé al veterinario.
– “Tendrá unos 13 años”, dijo aquel veterinario, tras sus gafas de saber mucho. Como si con ellas pudiera ver el futuro, como si ese título colgado en su pared le otorgase el poder de Dios.
-“Y además es inmuno… buf”, añadió tras ver el resultado del test. “Con esa edad y siendo INMUNO… lo mejor es DORMIRLO”.
Yo me quedé paralizada, preguntándome qué quería decir con “Dormirlo”. Y viendo mi cara de absoluto pavor, me explicó: “Dormirlo, si… sacrificarlo” – dijo bajando la voz, como si reconociese en secreto lo inmoral de su intención y no quisiera que aquel gato callejero le escuchase.
Rápidamente, cogí a nuestro RODOLFO y me largué de allí intentando borrar de mi mente el tiempo que estuve en ese tribunal de aquel Dios que se nombró a sí mismo.
Pensé que nuestro vecino de cuatro patas, nuestro compañero de tantos años, no se merecía eso. Y pensé más, y llegué a preguntarme qué pasaría si RODOLFO no viviese en la calle y lo llevase a la consulta un cliente de este veterinario, ¿creéis que recomendaría «dormirle»?
Así que lo llevamos a otro profesional, gracias al Proyecto Social y casualmente, éste ni siquiera mencionó la palabra morir. Su vocación movía sus actos y su único propósito era salvarle la vida.
Se quedó ingresado con transfusión y tratamiento y unos días después, se había ganado a todo el personal de la clínica con sus ronroneos de agradecimiento. Volvió a ser el de siempre, pero no como antes. Ahora RODOLFO vive conmigo. Está feliz y precioso. Y convive perfectamente con los demás gatos de mi casa, a pesar de ser INMUNO.
Un reciente estudio publicado por Annette L. Litser, del Colegio de Medicina Veterinaria de la Universidad Purdue (USA), ha demostrado que los gatos positivos por inmunodeficiencia felina (FIV) pueden vivir una vida prácticamente plena y pueden convivir con gatos negativos con muy pocas probabilidades de contagiarse.
Y recuerda, los gatos de la calle tienen dignidad y derechos. Y el principal, EL DERECHO A LA PROPIA VIDA.
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